La criminología como disciplina social ha intentado desde hace años, y lo sigue haciendo en la actualidad, defender celosamente su soberanía territorial. Uno de los principales problemas es hacer una distinción entre disciplina y especialidad, siendo estas últimas las que pueden fracturar a la criminología como ciencia.

De una manera global podríamos decir que la criminología es una disciplina dentro de las ciencias sociales, que a su vez puede dividirse en subdisciplinas y estas en especialidades (ver figura)

Uno de los principales problemas de la criminología es entenderla como una ciencia que da explicación a todo, capaz de aportar respuestas desde diferentes campos del saber: psicología, antropología, etc.
De hecho, no podemos negar que como criminólogos tomamos prestados conceptos y desarrollos científicos del derecho, sociología, economía, historia, etc. y, en definitiva, de cualquier disciplina que pueda ayudarnos a buscar adecuadamente nuestro espacio.
No debemos olvidar que distintas disciplinas pueden tener diferentes perspectivas de estudio sobre un mismo fenómeno y que en algunos casos se produce un solapamiento entre ellas.
Para muchos autores <<los criminólogos proceden del derecho, la sociología de la desviación, la psicología social, la endocrinología, los estudios urbanos y la etnopolítica>>.[1]
En definitiva, las ciencias sociales sufren un proceso de mixtura
que de alguna manera afecta más a la criminología al ser una ciencia nueva y
sin que hasta la fecha se hayan definido científicamente sus subdisciplinas y
especialidades. Quizás la palabra <<interdisciplinariedad>> no
expresa bien el fenómeno porque tiene un deje de diletantismo y habría, pues,
que evitarla y sustituirla por <<multiespecialidad<< o <<hibridación
del conocimiento científico>> (MATTEI DOGAN)
[1] DOGAN. M. “las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas de las disciplinas”.